¿Qué ciencia enseñar?

Pietat Marquilles Figueres
Profesora de Didáctica de las Ciencias
FPCEE Blanquerna, URL

Las clases de ciencias siempre han ocupado un espacio importante en los programas escolares. Seguro que todos estamos convencidos de que aprender ciencias ha sido y sigue siendo esencial. La ciencia aporta conocimientos, proporciona soluciones a los problemas y también plantea nuevos retos y nuevas alternativas. El problema actual que tenemos, y grave, es que hay pocas vocaciones científicas y que los científicos jóvenes se van del país en busca de nuevas oportunidades netflix 영화.

Ciertamente, la ciencia ha traído un gran progreso y bienestar, especialmente desde mediados del siglo pasado y hasta la fecha. Se ha encontrado remedio a muchas enfermedades y, en general, la vida se nos ha hecho mucho más fácil. Está claro que los avances científicos en los últimos años han cambiado, y mucho, nuestras vidas. Los progresos en medicina han sido, y siguen siendo, extraordinarios en nuestro país. De hecho, la ciencia, en pocos años, ha evolucionado de forma exponencial en todos los campos 히포 차트 다운로드. La tecnología ha revolucionado la industria y la comunicación proporcionando inmediatez y globalización, y, de forma general, agilizando enormemente la movilidad y los negocios a escala mundial.

Pero por poco que seamos sensibles a los eventos sociales, nos daremos cuenta de que este supuesto progreso y bienestar se ha ido acumulando en unos pocos a costa del progreso y bienestar de la mayoría. Todos somos responsables de ello. Por un lado, nuestros representantes políticos se han comprometido a salvar las grandes fortunas de algunos empresarios y muestran indiferencia ante el sufrimiento que acompaña el desempleo; y, por otro lado, cada uno de nosotros, con nuestras pequeñas acciones diarias – pero que tienen grandes efectos a escala global–, priorizamos nuestros caprichosos deseos por encima del saqueo de los recursos a países ya de por sí empobrecidos editplus 무료. Todos somos completamente insensibles a las repercusiones sociales y ambientales de nuestra «sociedad de bienestar».

Frente a esta enorme desigualdad, nos podemos formular algunas preguntas sobre el impulso de este progreso y bienestar, por ejemplo: ¿Las inversiones en investigación científica y tecnología son neutrales?, ¿son siempre las más adecuadas?; ¿quién se beneficia de ellas y a expensas de quién o de qué?; ¿nuestro supuesto «bienestar» es justo y sostenible? …. Y, además, ¿qué entendemos por «bienestar»? A nadie se le escapa que cada vez vivimos más años, pero, al mismo tiempo, el conjunto de trastornos médicos y psicológicos que afectan a nuestra sociedad también va en aumento. Así es que, sin dudar ni por un momento del importante papel de la ciencia y la tecnología en nuestra sociedad, quizá deberíamos preguntarnos ¿qué ciencia y tecnología queremos?; ¿tiene algunos límites 다운로드?, y ¿hacia dónde orientar los recursos en investigación? El futuro está por determinar y solo depende de nuestra voluntad y de nuestra capacidad de consenso continuar en la dirección actual o reorientar nuestras acciones hacia la construcción de un mundo mejor para todos.

Y si nos preguntamos qué ciencia queremos, también deberíamos cuestionarnos sobre qué ciencia deben aprender los niños en la escuela. Desde la perspectiva del gran valor del trabajo de las ciencias en la escuela, es evidente que el resultado de este trabajo no será el mismo dependiendo de dónde pongamos el énfasis en cuanto a las intenciones educativas 구경하는 들러리양. No es lo mismo que los niños aprendan con sentido que sin él, ni que aprendan en un contexto real o sin él, o que aprendan a hacerse preguntas y a buscar y a alcanzar un consenso sobre las estrategias para obtener respuestas o que no aprendan en este sentido, o que aprendan a pensar sobre la conveniencia de aplicar el conocimiento en una dirección u otra o que no aprendan a pensar sobre ello, o que aprendan a adoptar compromisos personales que no hacerlo, ni que los maestros prioricemos su autonomía y colaboración a que fomentemos un aprendizaje individual y repetitivo, etc.

Por mucho que pueda sorprendernos, las palabras que Neus Sanmartí expresaba en 2001 son todavía vigentes: «nadie pone en duda que es importante enseñar ciencia a toda la población y en todos los niveles de la educación. Pero, aunque parezca extraño hay poco acuerdo sobre qué significa enseñar y aprender ciencias, ¿cuáles son los contenidos de esta área?, ¿qué características deben tener los métodos para enseñar?, ¿qué y cómo deben ser evaluados?, etc.». La diversidad de prioridades educativas en nuestras escuelas es elevada, y van desde intenciones muy tradicionales, más propias del siglo pasado, hasta intenciones mucho más innovadoras, que avanzan en el camino de la formación de un estudiante competente en ciencia. Pero, ¿qué entendemos por un estudiante competente en ciencia?

En nuestro país, la idea de competencia científica aparece en el currículum de la LOE (BOE, 2006), así como en el currículum de Cataluña (DOG, 2007) y también se puede encontrar bien detallada en los proyectos PISA 2006 y posteriores. La formación en esta dirección tiene como objetivo capacitar a los estudiantes para «entender, revisar y tomar decisiones sobre aspectos del entorno con el que interactúa». Se entiende que el conocimiento sobre el medio ambiente debe permitir a los estudiantes «incidir en la mejora de su entorno y hacer un uso sostenible del mismo». Necesariamente formar a un estudiante para tomar decisiones y para actuar en consecuencia, representa, en muchos casos, un cambio de rumbo en relación al modelo educativo de las escuelas.

Seguramente, la mayor responsabilidad educativa de los maestros se encuentre en enfrentarse a las preguntas: ¿a qué estoy yo dando prioridad en mis clases de Ciencias?, y, sobre todo, ¿qué debo priorizar si quiero ayudar a mis alumnos a adquirir conocimientos, habilidades, hábitos y actitudes que les permitan vivir con criterio, sensibilidad y sensatez en esta sociedad tan compleja y tan cambiante? Curiosamente, muchos profesores aún se olvidan de formularse estas preguntas y su principal preocupación todavía consiste en que los alumnos aprueben un examen en relación a los contenidos de un libro de texto.

Por suerte, diversas iniciativas relacionadas con la renovación pedagógica en nuestro país han estado tomando cuerpo durante muchos años y continúan haciéndolo, con la preocupación constante en adaptar la enseñanza y el aprendizaje de la ciencia a las necesidades cambiantes de la sociedad. Cada vez más, grupos de profesores, y por su propia cuenta, se dedican a la investigación y aplicación en el aula de estrategias competenciales con respecto a la enseñanza y el aprendizaje de las ciencias. Y la Administración Pública, ¿qué papel desempeña en este sentido?

La Administración Pública debe asegurar, más y mejor, la constante capacitación de profesionales de la educación. No es suficiente cambiar leyes, desarrollar nuevos currículos o subvencionar materiales de apoyo para el aula; debe apostar de manera mucho más decidida por la formación de los maestros. Es urgente, ¡¡¡nos jugamos demasiado!!!

Referencias bibliográficas

“Decret 142/2007, de 26 de juny, pel qual s’estableix l’ordenació dels  ensenyaments de l’educació primària”. Diari Oficial de la Generalitat de Catalunya (29 de juny de 2007), núm. 4915. Accesible en http://www.xtec.cat/web/curriculum/primaria/curriculum

Generalitat de Catalunya. Consell Superior d’Avaluació del Sistema Educatiu (2015). Ítems alliberats de competència científica. Marc conceptual PISA 2015. Accesible en http://www20.gencat.cat/docs/Educacio/Home/Consell%20superior%20d%27avalua/Pdf%20i%20altres/Static%20file/documents26.pdf

OCDE (2006) PISA 2006 Marco de la evaluación. Accesible en  http://www.oecd.org/pisa/39732471.pdf

“Real Decreto 1553/2006, de 7 de diciembre, por el que se establecen las enseñanzas mínimas de la educación primaria”. Boletin Oficial del Estado, nº 293, 8 de diciembre de 2006.

Sanmartí, N. (2001). Un repte: millorar l’ensenyament de les ciències. Guix, 275, 11-21.