Area de Educación y Sociedad
Celia Rosich Pla
Hace poco conmemoramos el 25 aniversario de la Convención de los Derechos del Niño aprobada por las Naciones Unidas en 1989 삼성 드라이버 다운로드. Si bien desde el área de Educación y Sociedad hemos tratado ya la temática de los derechos del niño en este espacio de reflexión, hoy nos referiremos a aquellos niños y niñas que, en pleno siglo XXI, no son portadores de ningún derecho 다운로드. Queremos hablar de los niños refugiados en campos, que han tenido que huir de sus hogares por la guerra de Siria. Sabemos que esta guerra es solo uno de los muchos conflictos bélicos en el mundo actual, los cuales provocan también la conculcación de los derechos más elementales de niños y adultos en todo el planeta xftp 5.
La guerra de Siria ya hace cuatro años que se inició; cuenta con 220.000 muertos, casi la mitad de la población desplazada y millones de refugiados en países vecinos 윈도우 8 한글 언어팩 다운로드. Y lo peor es que el desenlace ya no está en manos de los sirios, dado que sus repercusiones tienen un alcance mundial. El gobierno de Estados Unidos ayuda a los rebeldes, mientras que Rusia apoya a Bashar el Asad 다운로드. Sin embargo, a partir de 2014 los grupos yihadistas, especialmente el Estado Islámico (EI), han sometido a los rebeldes y se han convertido en una poderosa fuerza que desafía a Damasco 다운로드. Si no hay un acuerdo entre Turquía, Arabia Saudí, Irán y Qatar, esta guerra atroz no acabará.
Un breve repaso a los artículos de la Convención nos confirma que los niños sirios, en las actuales circunstancias, no tienen reconocidos derechos tan elementales como el de no discriminación, el derecho a la vida, a la supervivencia y al desarrollo (art.6 2 카미도리 다운로드. : «Los Estados miembros garantizarán en la máxima medida posible la supervivencia y el desarrollo del niño»), el derecho a un nombre y a una nacionalidad, el derecho a no ser separados de sus padres, a la prevención de abusos sexuales y de todo tipo, el derecho a la salud, a la educación, al descanso y al ocio y tantos otros 다운로드.
La lectura de la Convención se hace extremadamente escandalosa cuando comparamos el texto con la cruda realidad que viven tantos niños en un país como Siria que había sido uno de los más seguros y estables de Oriente Medio 다운로드.
Vergüenza y consternación son sentimientos que deberían experimentar los Estados firmantes de la convención si releen el Preámbulo, en uno de cuyos apartados se considera que «el niño debe ser preparado para vivir una vida individual en la sociedad y educado en el espíritu de los ideales proclamados en la Carta de las Naciones Unidas, y especialmente en un espíritu de paz, tolerancia, dignidad, libertad, igualdad y solidaridad” 다운로드. Más adelante el texto expone que «en todos los países del mundo hay niños que viven en condiciones excepcionalmente difíciles y que estos niños necesitan especial consideración». El preámbulo termina reconociendo «la importancia de la cooperación internacional para mejorar las condiciones de vida de los niños en todos los países, y particularmente en los países en vías de desarrollo».
Para terminar quisiera detenerme en el artículo 22.1. de la Convención, referida a los niños refugiados: «los Estados miembros deben tomar las medidas apropiadas para que un niño que pide estatuto de refugiado o que sea considerado refugiado de acuerdo con la ley y los procedimientos nacionales o internacionales, tanto si va acompañado por sus padres como por otra persona, reciba la protección necesaria y una asistencia humanitaria, y que disfrute de los derechos pertinentes enunciados en la presente Convención y en otras normativas de derechos humanos o de carácter humanitario a las que dichos Estados se hayan adherido».
Todos somos moralmente responsables de proteger a estos niños maltratados por los conflictos armados, pero los dirigentes de los Estados miembros firmantes de la Convención deben poner medidas urgentes para hacer cumplir el artículo 38 que garantiza a todos los niños afectados por conflictos armados el derecho a recibir una protección y un cuidado especiales y, al mismo tiempo, que ningún niño que no haya cumplido los quince años de edad no tenga que participar directamente en hostilidades o ser reclutado por las fuerzas armadas.
Los niños sin ningún derecho golpean las conciencias de todos aquellos seres llamados humanos.